29 de octubre de 2014
Hay palabras
que descubren el mundo moderno
por el centro de la ciudad.
Sin embargo,
al adjetivo moderno
no le ha gustado lo de salir de copas,
ni lo de salir bajo la capa
de un antiguo pensador.
El Griego moderno
no duerme conmigo
una de cada dos noches;
la vida moderna
tiene más de moderna
que de vida.
La Edad Moderna
pesa más en la cartera
que el Imperio Antiguo.
Y, ¿qué hacer
si el ánimo de la lumbre
ya no lo enciende cualquiera?
¿Qué decir
cuando unos ojos antiguos
nos miran
con filtros de mujer clara?
Pasa delante;
sigues siendo un guía
ciego
que conserva el sentido del oído y de la morfología,
y al que ahora miro con los ojos
sobre los que siempre había querido llorar.
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