sino dejar que el amor te haga a ti
Hace un tiempo ya
que tiré aquellos trapos,
las caricias caducadas,
los hilos de las marionetas
por la ventana:
limpieza de verano
fidelidad
la maravillosa timidez del caos interno
-llámalo como quieras-
Suena ahora a todas horas
la música de lo hueco en mi salón,
que me pide a gritos una pista de baile
con un suelo que refleje al bailar
lo prohibido.
Así que ven, te invito
a que nos atrape la red de las carreteras
en un intento de romper la distancia
en cristales diminutos
invisibles;
te invito a viajar conmigo
en este autobús con cara de hastío
donde los números resbalan con el calor
y caen, secos, delgados, oscuros,
sobre la azotea de la oficina central;
donde las cifras quieren ser streapers,
donde el hielo se enamora
y llora líquido con un escalofrío.
Te invito a decirles a las paredes
que las pintadas no están tan mudas:
que sí, que solo estamos soñando,
pero estamos viviendo.
Viviendo en el rincón que esa melodía de la radio
nos tiene reservado,
haciendo el amor
con nuestras propias manos,
dándole esa forma entrañable
que tiene lo que aún no tiene
ni nombre, ni forma.
Te lo digo, ven, quiero hacerlo
contigo:
contigo:
donar nuestra sangre alterada,
regalar nuestro miedo a los que creen
que jamás dudarían.
Pintarte los árboles de la avenida,
el agua,
la cara.
Besarte en la primera línea
de cada mapa del metro
de cada hoja de libreta
de cada gota de agua
que atraviesa la luz
y nos regala otras seis vidas
igual de putas
Ven, te invito.