domingo, 29 de junio de 2014

Ahora o nunca

7 de junio

Los sueños no son vasos de cristal.
Los sueños se caen, se mezclan con tu ropa,
se van de viaje, se pelean con otros sueños , pasan frío con el aire acondicionado.

Los sueños no se vierten como las copas de vino.

Si un niño sueña, ya puede el mundo entero frenar, 
ya pueden cerrar todas las cafeterías del aeropuerto de Barajas,
ya pueden guardar los ejecutivos su almuerzo en la cartera.

Porque si la mente de un niño ciega los relojes, si el humo se esparce,
entonces es posible que los viajes que tiene planeados el planeta Tierra
se aplacen, y que los comerciantes dejen pasar el agua de lluvia 
por la ventanilla del tren en que viajamos 


                                                              hacia un día mejor.

Verde

16 de junio

¿Por qué me muerdes los ojos
cuando voy a por un trozo
de tu risa?

Me matas y me atas a tus manías;
contraste, melodía.
La risa rosa del amanecer,
el cielo azul en celo
juega con los celos
del mediodía.


Pueblo

29 de junio de 2014

Hay señoras
que pierden los papeles en las colas,
que detestan sus trajes de noche,
que mueren sin el televisor,
que no aprecian ninguna canción.

Hay mujeres
que no saben llevar una falda con estilo,
que no pueden leer una revista sin ginebra,
que no quieren amar sin hacer fuerza.

Hay chicas
sin pulso
sin peso
sin ritmo
sin calor
sin ilusión;

Hay niñas
con pintauñas baratos,
con el rímel pegado a las lágrimas,
con cartas de amor copiadas del suelo,
con cámaras de fotos eclipsadas.

Estoy yo.
Sentada y saltando
de alegría, de miedo.
Porque esta que muere por tus trazos
ya no quiere más que tus brazos.

No sé enamorarme.
Nunca nadie me ha enseñado
a hacerlo
bien.

Verde oscuro


"Todas las familias felices se parecen entre sí; las infelices son desgraciadas en su propia manera". 
  Al igual que desde la ventana de mi habitación veo pasar transeúntes, alguna que otra hoja marrón y papeles pisados que vuelan no muy alto, puedo divisar otro paisaje más profundo sentada en uno de los sofás del cuarto de estar. Siempre que escojo un libro y tomo asiento en mi lugar favorito, mis ojos tienen tiempo para abandonar un momento la lectura y fijar, una vez más, la atención en este cuadro, colocado en la pared. Una casa, un faro, verde, amarillo, y muchos recuerdos... Una familia habita esa vivienda. Asumen su pobreza pero no sus dificultades personales, pues quieren superarlas juntos. Viven, conviven, sobreviven; el color amarillo fuerte del campo que rodea su hogar es el lugar preferido de juego de dos criaturas de seis años. Son felices, o lo intentan, o tienen actitud ¿Y si las familias felices se parecen porque parecen ser felices? En esta casa, junto a este faro, tan originalmente iluminada por el Sol, vive una familia supuestamente desgraciada que tiene un secreto para ser diferente: luchar sin olvidar salir a jugar juntos sobre el prado.
Después de haber contemplado un día más esta obra de arte, miro alrededor y me siento, como siempre, tan dentro de mi familia que nada ni nadie podría robarme esos quince minutos de domingo por la noche. Abro el libro de nuevo.

Notable

14 de marzo

  Como una flor sin pétalos, sin la filosofía, esta vida sería triste, sería un cúmulo de pasiones, de sucesos, de palabras, de hojas sin rumbo llevadas por el viento, de mariposas que no saben cuándo, dónde, ni por qué, ni en qué sentido. 
   Imaginad una vida donde nada tiene una dirección, donde todo fluye y nadie pide explicaciones. ¡Claro que esta idea agrada a muchos de nosotros! Es totalmente cierto. Ahora bien, ¿podemos volar aunque estemos atados de una u otra manera? Por supuesto. Hemos de recordar que tropezamos, que caemos, que incluso paramos el tiempo. Después de la caída las flores ya no son las mismas para nuestros ojos. A veces se convierten en flores distintas y otras veces se marchitan. Pero ¿y si eso tuviera arreglo? Si no podemos evitar caer, miremos las flores desde otra perspectiva. Subámonos a unas rocas y miremos en todas direcciones. Sepamos cuándo detener el tiempo. Seamos capaces de ser libres en un mundo sobre el que no puedes pisar demasiado fuerte por miedo a pegarte al suelo y no poder volar nunca más. Si bien el amor es nuestra más cercana ayuda, sin olvidar la alegría de ser optimista y la importancia de aprender a equivocarnos, recordemos a nuestra amiga la Filosofía. Ella siempre nos ayudará a salvar, no importa cuándo, dónde ni por qué, ese sentido de la vida que ningún hombre querría o debería perder jamás de vista.

Leerte

23 de abril


Infinitivo. Escribir,
Y, si escribo todos los días…
Si escribo en todos los pétalos
Si escribo en cada espina,
entonces, te escribo.  Y
no te olvido.

No hablar en infinitivo más que para esconder
aquello que no puedo haber hecho; dibujar
más letras en tu papel, ahora te quemas
ardiendo y hundido en mi taza de té.

No sé.
No sé qué es la literatura.
Aunque el diccionario y las libretas son ternura,
me asusta lo preciso y me ciega la luz de bombilla
pues las letras son sol, son días, son vainilla.

Tiene, un libro, sabor a lo que quieras;
te deja elegir, la imaginación, el aroma que anhelas
te deja escoger, la libertad, si no le niegas
                                                  escapar.

No sé definir literatura pero puedo
jurar que sin un libro en mano yo
no puedo hacer amago
de seguir creyendo
de seguir oyendo, oyéndote suspirar
a la vez que dejas de llamar
a mi puerta cada noche
a mi ventana del coche, en cada madrugada
                                                 desolada.

Intento poner palabra a lo que grita mi
corazón. Cierto, no lo percibes, es tu pecho
quien lo recibe.

Mis versos no están, palabra, a la altura de tus besos,
Mis rocas no están a la altura de tu boca.
Las hojas de los libros no pasan tan rápido como
las tardes de invierno.

Ellas se detienen. Ellas te retienen.


¿Quiere la prosa aprender a acariciar corazones?, se preguntan las rimas, arrugadas.
Mientras, la tinta intenta no desbordarse, pero el movimiento de diástole vuelve a hacerla más líquida. Ella no es fuerte.
No es fuerte, pero tiene suerte.
Suerte de ganar en la batalla naval del río de la sangre el bolígrafo,
suerte de apreciar lo puro de la mina del lapicero, del primero.
Como el colosal Coliseo que te invita
a no abandonar. Y es que
la electricidad no puede mecerla en sus secos brazos
-Ansío la Luz. Busco tu voz en el cajón-
mas lo artificial resbala en lo fino del corazón
y no cabe entre los suspiros de un abrazo.


La poesía cuida de tus trazos.

Enero

                                                    
    Domingo de invierno. Su despertador  suena muy temprano. Parece  que quisiera que el frío matutino no dejara nunca de llevarle al mundo de sus relatos.
   Sus domingos saben a crema de verduras.
  “¿Y si la ilusión se cansara de acompañarme…?”
   Ensimismado, enamorado  de sus historias, tropieza con el pesimismo y cae su corazón a la olla donde cuece a fuego lento el calabacín.
   Las cuatro en punto. Su corazón sigue hirviendo ante los ojos de su dueño. Pero a fuego lento jamás acabará calcinado.

  Eso quería él: calor suave para mañanas donde el frío no se preocupa por la vida. Aire respirable en aquel apartamento asfixiante; la desoladora historia del canario soprano ahogándose en el plástico de una jaula.