lunes, 27 de octubre de 2014

Caso Dativo

27 de octubre

El oficio privado de detective público
está mal pagado, está en todos los carteles.
Creen los expertos en investigación
superficial
(de lo que no encontrarán jamás
en lo somero)
que podrían hacer de la intriga crónica,
de la enfermedad de los que sufren
de ardores de corazón y de dolor de neuronas,
un nuevo tratado para sus estanterías.
Si ellos no se equivocan,
entonces para qué
buscar más restos de otoño
en la suela de los zapatos.
"Para que el Mundo ame lo Efímero
y lo Eterno al mismo tiempo",
te diría una apasionada del leitmotiv,
de las bandas sonoras,
del frío que te da en la cara al pasear,
del amor de las películas.
Te diría yo.
Te diría: yo.

sábado, 25 de octubre de 2014

Mutter

   Había algo que echaba de menos en la calle las tardes en que salía de Literatura y me apetecía matar el hambre de hojas de libro que, a menudo, me invade. Había algo que faltaba en las calles comerciales los días de diario, y yo ya sospechaba lo que era, pero no quería reconocerlo por miedo, quizás, a que el tiempo me estuviera dando otro susto, otra sorpresa.
   Pero hoy era sábado, sábado por la mañana. Y, lo queramos o no,  las ciudades,  las plazas y las calles también cambian de humor, nos enseñan una cara u otra de su personalidad. Y, en contra de mi voluntad, hoy me han mostrado, finalmente, qué era aquello que echaba tanto de menos.
   Había niños en la plaza. Niños muy pequeños, bebés que aún no mastican palabras, pequeños dueños de las vidas de sus padres.
   Había niños.
   No os podéis imaginar cómo había cambiado el color de la plaza. Me daba incluso vértigo pensar en por qué estaba teniendo aquella sensación. No sé, he visto a miles de niños en lo que llevo de vida, y supongo que puede que estos días de diario se hayan cruzado muchos pequeños cerebros en mi camino, pero hoy era sábado y yo tenía la cabeza más despejada y el corazón más abierto. Y tenía más tiempo para mirar alrededor. También los padres, los abuelos, los tíos de esos niños tendrían hoy más tiempo para ponerles ropa bonita, para llevarlos de paseo, para pasar con ellos una mañana entera.
   Me daba algo miedo pensar que echaba de menos a mi familia, que me sentía mayor, que añoraba el colegio o que me daba rabia estar tan desconectada del mundo tan apasionante que es la puericultura o la psicología infantil. Pero no han sido estas las razones que me han hecho emocionarme, sino las siguientes preguntas:
   ¿Y si todos los sábados fueran soleados? ¿Tendrían esos padres la delicadeza, y no la obligación, de seguir siempre los pasos de la música clásica, de los objetos llamativos, de los libros de animalitos, para causar en sus hijos el mayor placer posible?
  ¿Y si todos los días fueran sábados? ¿Vivirían siempre todos los niños del mundo en esa especie de ebriedad sana y contagiosa que es su alegría de vivir cerca de lo divertido y lo emotivo?
  ¿Y si todos los transeúntes se  convirtieran en niños? ¿Sería capaz una sola plaza de contagiar ese calor y ese color tan llamativo a todas las calles del mundo, a todos los corazones que duermen, fríos, por las mañanas?
  La utopía y la física del movimiento de los cuerpos humanos en un mismo texto. El amor por la alegría de vivir libre y las jaulas del trabajo y la obligación en una misma casa.
  Ha sido entonces cuando me he visto en un espejo, he vuelto a ver esa cara de niña pequeña que me suelen decir que tengo, y he respirado hondo al recordar que, a pesar de todo, todas las horas que paso en la facultad, todas las páginas de los libros, las sonrisas de mis amigas o la ventana de mi habitación no hacen más que vivir en un continuo sábado por la mañana. En un día de fiesta. Soleado o lluvioso, pero festivo.

martes, 21 de octubre de 2014

Trío para dos voces y un sueño 3

3   El Sol en las entrañas

La Física y la Química
jugando juntas a asustar
a los corazones jóvenes,
no leen los carteles
ni recogen los dados del Azar
tras la partida.

Sería tan contrario pensar
que si ellas no duermen nunca
es por el falso latir de sus seguidores,
por el típico mantel
de la ciudad de las Ciencias,
por los años que nos quedan
junto a nosotros mismos...

¿Quién sabe si somos nosotros
los que elegimos al Misterio
como hijo predilecto,
o es el Misterio
quien nos elige a nosotros?

Trío para dos voces y un sueño 2

2       Esfinge que finge ser retórica

Cambió de curso el Río
pero siempre fue directo a la Mar;
dar de beber a los lirios salvajes
sólo era premiado si la intención
no era concebida como un acto serio.

Para que despierten las costumbres
sin miedo a la fiebre de la madrugada,
no hay más que romper los termómetros
que hacen de las Artes un baño de agua templada
con las sales de la Razón.

Contradicción y Paradoja
columpiándose en la balanza
del pájaro en la rama.

Trío para dos voces y un sueño 1

1        Tormenta deseada

Lucía el habla joven
de un peregrino más
que tendía a morir de amor
por no amar demasiado la muerte.

Cuando, de repente, llegó el viento
del carácter poético del otoño,
de las hojas caídas que,
con su tinte temporal,
manchan de naranja la Avenida,
y me llenó de nuevo el tórax
de fuerza y de reproches,
de ese torbellino que sólo
me hace
arrancar la tinta, y nunca los cimientos.

Nunca unos brazos tan tranquilos
me habían dado la Esperanza
en un formato tan eterno.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Tarde o noche

O incluso otro día,
en que de golpe y portazo
que da la puerta con la corriente,
cambia el curso,
la dirección, el color
del viento.
¿Cuántas veces  habrás querido
que varíe el grosor de la niebla
sin que cambie el nombre de la estación?
El tiempo es una invención,
y la paciencia el nombre de un máster;
la incertidumbre, un error de los martes.

                                               Educación.

lunes, 13 de octubre de 2014

Tensión

   Ya había leído mucho aquella tarde; el yogur con lluvia de arándanos a veces necesita un buen libro que le acompañe. "El hecho de estar vivo exige algo...", se me hizo oír como un eco de las páginas en que estaba enfrascado, a pesar de que sabía que una afirmación tan profunda no tenía quizás demasiado que ver con el tomo de Etimología que tenía entre las manos.
  "Sí, cielo, el hecho de estar vivo exige algo, ¿qué vas a hacer tú?" , me preguntó ella con los ojos en almíbar.
  "Tomarme una cerveza, ¿te parece adecuado?". Sonreí, o más bien me reí dulcemente.
   La bandeja en que me traía un pastel y un poco de té parecía llevar también un poco de su alma y de la esperanza que ella tenía-estoy seguro- en que yo, al estar leyendo nada menos que un tratado sobre Etimología y una revista de psicología, le diera a su antojo filosófico un toque de ese tipo de magia que tanto añoran las mujeres enamoradas en las tardes de invierno.
"¿Por qué una cerveza..? ¿No crees que...?"
"Sí -le corté-, tienes razón. Partimos del alcohol en sangre en las horas de más calor del verano. Nuestro viaje por el mundo de lo eterno ya había empezado y aún estábamos separados, intentando no oír aquellos extraños consejos que nos daban personas con la cara descubierta pero el corazón tapado; si intentábamos hacer filosofía de oro, nos la cambiaban en la calle por filosofía de bazares; si queríamos Arte en nuestras vidas, se contentaban con llevarnos a un museo una vez al año. Después llegó el momento de mirar por la ventana de los autobuses y de empezar a creer en lo profundo de las libretas que llevábamos al instituto, en la vida escondida de las calles de nuestros pueblos, y de tener miedo a las cartas del Azar y no a las cartas del banco. Entonces ya sabíamos que éramos de otro planeta. Un mundo nuevo que no queríamos decorar de la misma forma que los salones literarios aunque se inspirara en ellos, un lugar al que queríamos viajar maletas de recuerdos y con fotografías de amigos de discotecas. Y hablo siempre en plural porque fue entonces cuando te conocí, cuando supe que te conocía...
   Siempre habías dormido debajo de mi cama. Hasta el día en que supe que no eras un sueño de mi locura adolescente, sino un regalo del agua de la fuente más pura que había en todos los jardines que soñaba. Y ahora vienes, tan pura por dentro y tan mujer por fuera, y esta tarde me preguntas por el sentido de mi existencia, y yo no quiero hacerte sentir como las mujeres enamoradas de las películas, sino como la única mujer enamorada de mí.
   Y te contesto que la eternidad se me escapa cuando voy a por ella, que me pueden las luces de la carretera cuando es de noche y estoy cansado, pero que este instante lo tengo aquí encima de la mesa. 
   Cuando mi condición de humano me impide salir de mis paredes de carne y hueso, a veces siento un poco de eternidad en lo efímero de lo diario, en el calor de las pequeñas cosas verdaderas, en la ilusión que despiertan en mí todas las partes de mi vida que te incluyen a ti en ella.
¿Qué tal si compartimos una cerveza y luego seguimos con la Filosofía y la Pragmática? Al fin y al cabo ambos buscamos el Amor, y para terminar amando como si fuéramos parte importante de esa gran pinacoteca que es la Naturaleza, primero tendremos que conocer bien nuestras mentes y nuestras manos. ¿Podríamos ser eternos sin servirnos en parte de nuestra condición mortal?
"¿Quién cree poder hacer miel sin compartir el destino con las abejas?"