lunes, 28 de diciembre de 2015

Viajera

Un día tan largo como la tinta
de las noches color vestido caro,
un día tan largo compro y vendo:
te regalo las sensibles
y las tónicas rosas
(aún no resueltas)
Nunca nadie
las resuelve.
Un viaje eterno sin paradas ni repuestos
donde las ruedas son víctima de las sinestesias
donde mueren solas las mentiras famosas.
Nunca nadie
las mata.

sábado, 28 de noviembre de 2015

N

10:23. 9 grados. 10:23. 9 grados.
La niebla envuelve a lo que aún no tiene cuerpo y nos hace creer que la melancolía nos ayudará a reforzar esas partes de nuestras vidas que siguen en el aire, amorfas pero latentes.
Él sabía bien de lo que hablaba.
Si me gusta la niebla no es solo porque esté horriblemente loca por las metáforas unamunianas, ni tampoco porque sea la nostalgia mi sentimiento preferido de entre los mil que quiero expulsar ahora de mi estómago. Si me gusta la niebla es porque se mete por todas las rendijas: todo lo ve, todo lo siente, todo lo aclara, todo lo enturbia a la vez. Me gusta cuando cabe entre los números del reloj digital de un autobús, porque entonces la veo, ahí, invisible. Veo cómo intenta esconderse sin éxito alguno.
11:52. 16 grados.
Mis canciones favoritas son las que imitan a la niebla y se meten entre las agujas de tu calendario. La música sabe bien de lo que hablo. Niebla particular, ella: conoce mis secretos, me busca las cosquillas.
Pero no podrá, no. No podrá conmigo.
A menos que venga desnuda.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Metafísica

Nada quiere acordar armonía con el hielo
-química cajón folia peine Venus-,
suena el rubor marítimo como en sus nubes
de espuma infinita, ardor algebraico, consuelo.

Nada puede afirmar que sus partes hicieron planos,
que pactaron con las agujas y los engranajes:
complemento de finalidad rompiendo dedos y baches
-serpientes tallos Evas Adanes-

Nada sin alma envidia a sus dueños
que no pueden comprar pasiones
con relleno.

Nada oculta saber que no sabe ni es
nadie
sin ella.

Spiegel

Saltan de Rusia a Groenlandia
gotas de sueño y angustia
de unos ojos antiguos
y juegan a la comba
con las mías, de ilusión con verdura,
sabor oscuro,
de primer plato, verdadera fachada, tú.
Siente envidia el poema en la pizarra,
viene a buscar al mío, que imita ya en sus figuras
el deseo sexual de los adolescentes.
"No" - les digo.
Imítense, jueguen, compartan.
Pero no suban la escalera.
No hay nada
mejor
que el cielo
de abajo.

Post

Toda ventana ha aprendido a soplar
para calmar sus celos.
Los cuartos donde lo hicimos nosotros
cuidan de los libros ahora.
Pierden la vida las motas de polvo,
única realidad física de un encuentro asqueroso
a la luz del día.
Cuántas notas mueren ahora también entre mis dedos
apelmazadas, como hojas de papel mojado.
Pero
nunca tuya la luz
nunca nuestras las notas.
Cuánta razón tenían aquellos poemas,
que jugaban a ser policías
en pueblos donde no existían los criminales.
Cuánta razón.
O razón, o vida.
Ventana, razón.
Luz, cristal, ventana.
Pero
nunca tuya la luz
nunca nuestras las notas.

Silla

A ti,
silla que ya sí sientes deseo sexual
por tus cargas:
marchita la grafía de su bien hecha partitura,
dame los restos de las palabras
que su infinito nunca expulsa.
A ti, que has hecho un pacto con el diablo
que hay a los dos lados de su columna:
-calor prestado y cobijo incómodo-
abraza sus piernas y envíale un motor
que será más para ti que para nadie,
que será más de lo oculto para ella.
A ti, que le regalas kilos de mentiras,
metros de hilo de película,
litros de planes
que se congelan
tras su lengua:
atrápala.

Tinto a tientas

                                 


   “Siempre sucede lo mismo. Llevas esperando un año entero a que ocurra; has preparado la sonrisa perfecta para ese momento, has entrenado a tus neuronas, has soñado incluso con la gloria en que dormirás la noche después de que eso suceda. Pero luego todo pasa tan rápido que ni te enteras. El momento que habías diseñado por trozos y milímetro a milímetro se burla de ti como en ráfaga, demostrándote una vez más que si somos algo no es más que animales que viven en una jaula cuya llave guarda el tiempo en su escote de mujer.”
   Así pensaba, llorando, el hombre del abrigo rojo, director general de aquella empresa fatal, minutos antes de que le arrestaran. Era aquel un sótano triste, propio de un edificio gris de extrarradio.
   Siempre había creído que si algún día les descubrían, el intentar esconderse aún más, bajo una presión mucho más cercana significaría una aventura que le cambiaría la vida. Pero cuán lejos estaba de aquella sensación de aventura ahora. Su imaginación había vuelto a discutir con la realidad. Tenía miedo.
   “Un divorcio no siempre es el mejor antídoto contra una vida de periódicos grises con manchas de aceite. Si unos ojos maquillados ya no te miran con la misma fuerza, siempre puedes refugiarte en el brillo de las luciérnagas. O en el de otros ojos. Si has traído al mundo a alguien para quien eres un perdedor, siempre puedes poner la excusa de la pecera de la vida: el dinero, la gran ciudad, el destino, las oficinas, y compensar la ausencia de la vida misma en ti mismo llevando a tu hijo al cine los domingos. Pero cuando sientes morir tu pasión por la buena redacción, ese cielo nublado de ideas por el que tú vas a luchar, para aclararlo y poder decir que ese azul tan limpio es obra tuya, cuando sientes que algo asfixia tu potencial y que esa asfixia alimenta a tu cuerpo pero no a tu alma, entonces estás perdido. Estás muerto.
   A menos que sigas a ese tipo, con esa misma expresión de miedo, de hastío, de hambre de metáforas.”
  Así hablaba el hombre del abrigo rojo antes de empezar a trabajar en aquella empresa clandestina, el mayor grupo de negocios ilegales de la ciudad donde vivía. Antes de ser su director había trabajado como periodista, hasta el día en que un vendedor ambulante quiso reconocer en sus ojos la necesidad de un vuelco para su corazón, de una aventura nueva, y le habló en voz muy baja de aquel sótano, de aquella empresa, de un puesto de jefe que había quedado vacío ante la dimisión de un buen hombre. De aquellas pasiones antiguas que ahora ya no eran más que polvo. Cenizas.
   Durante los dos años siguientes, la sangre del hombre del abrigo rojo se tornaba cada vez de un color más vivo. No tenía amor, no tenía amistades, pero había encontrado un modo alternativo de felicidad dándole pasión subterránea a quienes allí se la pedían. Al principio no hubo problemas. Pero la paradójica madre de la vida quiere siempre que esta sea caprichosa e indecisa: en un intento de desmantelar aquel proyecto comercial ilegal, un par de agentes de policía fueron asesinados brutalmente. La noticia hirió de muerte a la clandestinidad de la empresa, al hombre del abrigo rojo y a su familia. Sin trabajo, sin casa y sin corazón, arrastró su abrigo hasta llegar a uno de esos lugares que nadie conoce pero que todos los románticos adoran describir, en una tarde de otoño que calificaría un escritor como melancólica, un enamorado como lluviosa, un optimista como cálida, y una rata de laboratorio como lo que realmente era: húmeda y desagradable.
   Y es que el vino era la droga más fuerte y peligrosa de entre las ilegales en aquella nación, y la ceguera, su peor consecuencia. El color melocotón de los atardeceres en la costa con una copa de esta bebida llena de arena, los escalofríos que corren por las piernas durante ese primer trago donde ya se han dejado atrás las presiones, las sonrisas guardadas en el bolsillo del pantalón que solo con una caricia o con una botella salen a la luz. Todo eso ahora se antojaba como una lista negra de prohibiciones bajo multa grave. El vino había sido vida pura, y ahora seguiría siéndolo, pero con esa máscara de ladrón que tanto temen para con sus hijos los mejores padres de familia.

…………………………………………………………………………………………….

   El joven de la camisa blanca había sido el último cliente, ese mismo día. A punto de perder a su prometida y envuelto en la burbuja de la embriaguez provocada por algún licor barato, se dirigía al sótano prohibido con la intención de hacer ver a su chica que, aunque ella odiase todo tipo de drogas, el vino conservaba en su esencia un poco de esa magia infantil que tiene todo aquello que sigue virgen, como regalo de la Naturaleza, aislado del mundo exterior y del futuro incierto, fuerte pero inocente, portador de ilusión primitiva.
   La joven violinista de las mejillas rosadas había amenazado a su prometido con privarle de un futuro juntos si seguía teniendo el consumo de drogas en la cabeza. Para disculparse por un ataque de furia padecido la noche anterior, escribía una pequeña carta de amor en ese momento en que la muerte en forma de libertad llamó a su puerta.
   “Te deseo más que a todos esos semitonos que hacen chispas en cada melodía que interpreto. Temo que te vayas mucho más que a esas pesadillas donde descubren que la música es también una droga y soñar se vuelve a convertir en un castigo. Pero, si conmigo quieres ser eso a lo que tú llamas “príncipe” y a lo que yo llamo “hombre”, has de saber que amo mucho más la calma en tus brazos que la química artificial en tu sangre. Espero con angustia el día en que el amor y la verdad demuestren a todos que ellos pueden ser la única droga existente, derrumbar solos todos los edificios, que tienen la fuerza suficiente como para ser en su plenitud. Ansío las estrellas, ansío la verdadera vida, donde no hay más droga que el Arte, que lo salvaje, que tus ojos. 

                                                                                                           M”
   Así acababan su carta y su vida. Perseguido por la autoridad y con esa última botella de vino en su mano derecha, el hombre de la camisa blanca entraba en su apartamento y cerraba la puerta muy rápido, ante la mirada de asombro de ella.
   En los siguientes instantes todo quería suceder así, muy rápido. Pero el vino en sus cuerpos pulsó el botón de la cámara lenta: bajo el leitmotiv de los latidos agitados y con una banda sonora de golpes de “abran la puerta de una vez” repetidos, los amantes coloreaban de negro el final de sus vidas. Nunca nadie pudo inventar su muerte de una forma tan joven.
   Llega un momento de la vida en que la ceguera se apodera de las pasiones. Amor a ciegas, sobredosis de vino, pérdida de la visión.
   Camisa blanca, mejillas rosadas. Y, a tientas, morir.










                                                                       

jueves, 15 de octubre de 2015

Extraños o extranjeros

Tu biografía grita en colores
que eres un genio en la cocina
de sensaciones, cristales,
hojas de tela.
Demuéstramelo.
Hazme un diccionario de aromas
que me caiga encima con su peso
de mil recuerdos
fantasmas;
pasan los meses como sintagmas
por tu boca,
vuelven las uñas en espaldas que no hemos comprado:
antítesis, plurales.
Tu cara sabe a corrector líquido de errores
no marcados,
déjame que cambie el sentido a tu piel
para matar tranquila esos trozos de nuevo siglo
que no sabes que has perdido.
Qué bien te sientan esos miedos.

domingo, 11 de octubre de 2015

red

Qué agresiva la nube
cuando muerde el ardor tras la cortina
para colar la espesura
por alguno de los agujeros
que hacen de tu cabeza
un recuerdo que la tierra
llama
explosivos o amor.

Artículo

Los juegos de cama caen exhaustos
sobre el somier;
ha pasado, entre dientes,
otro día.
La ventana luce una gasa
que alguien le ha tejido;
han confiado, apagados,
en su noche de bodas.
Artículo sin prefacio escribe ella,
manzana con aliento de perro,
en un patio donde llueven semillas
que siguen sus pasos
y le roban los determinantes.

jueves, 10 de septiembre de 2015

miércoles, 19 de agosto de 2015

Train

Hay veces que hay que rellenar algunos huecos, borrar de la lista las consecuencias que manchan, disculparse, poner excusas, dar explicaciones. Sé muy bien lo que significa deberle una explicación a alguien, y os diré que, en la mayoría de los casos, no tenemos por qué aclarar a nadie por qué hemos hecho o no hemos hecho algo. Pero otra cosa muy distinta es saber tener cuidado con las explicaciones que nos damos a nosotros mismos. Esas que sí son necesarias para seguir viviendo. Enamoramientos en los que la balanza está visiblemente desequilibrada, días de locuras que pasan factura, vueltas a la misma manzana para no conseguir nada. Sabéis bien de lo que hablo. Creo, pues, que me debo a mí misma una aclaración de esas que se tatúan en la muñeca para que no se olviden nunca. Eso sí, de razón puede que tenga la misma cantidad que de equilibrio mental: ninguna. Pero, a lo mejor, queréis tomar nota:
Eso a lo que llamamos felicidad suena muy sucio en los labios de los que fuman mentiras. Las sonrisas de los paneles publicitarios y las guías de viaje no van a hacerme creer que ser feliz es alcanzar un nivel, una cima a la que se llega habiendo superado una serie de retos que se te cruzan: carrera, éxito, suerte, matrimonio, paternidad, qué sé yo. La felicidad tiene una cara de traviesa que acojona. La felicidad nos tiene a todos cogidos por ese poquito de madera de románticos que seguimos barnizando. La felicidad es como un déjà vu, como esos cuerpos que corren tras unos ojos de película americana en un aeropuerto, con ese "hey, vuelve, te necesito" que nunca podemos probar sin que haya peligro de humillación o de delito, a menos que seamos actores. La felicidad es "inserte aquí un sinónimo de efímero o rebelde".
Todos tenemos un punto débil, muy débil, que se llama "x", y que puede ser cualquier punto de nuestro cuerpo cuando estamos enamorados. Lo sabemos muy bien. Estamos de suerte, parece ser. La felicidad también se enamora, pero no de cualquiera. El día en que la felicidad se enamore de algunos ojos que no sean los del Caos, algún afortunado podrá tenerla de por vida consigo.
Pero al menos compartimos ese poquito con ella. Por eso nos quiere, a veces. Por eso nos acompaña, en ocasiones. También nosotros estamos enamorados del Caos.
Creo que todo esto no va a caberme en la muñeca.

Brücke

No te voy a pedir perdón.
Me ha sonado amarga tu voz
esta mañana,
por debajo de la puerta.
Estaba de oferta,
pero no estaba
en casa
de esa rubia de cara veloz
y de puertas abiertas.
No.
Tampoco te voy a pedir
que vuelvas mañana,
pero tengo otra oferta esta semana:
Voy a romper mi puerta en mil pedazos
i rre gu la re s
para que te cueste tanto hacer el puzle
como me ha costado a mí
echarte de menos.
Vas a olvidar que tengo un nombre
y una casa
que nada tienen que ver con tus entrañas.
Vas a ver que, libre, tú también me extrañas.
Me coloreas de nada. O de todo.
Voy a meterle
un gol
al arcoíris,
vas a morir de angustia
en mi pelo mojado,
vas a quitarte el velo
para volver a la vida cruda,
al frío del suelo.
Vas a volver a dar cuerda
al reloj que nunca funciona.
Pero esta vez vas a tocarle al tiempo las alas.
Créeme.

Altura y otros edificios

El taxista me ha preguntado
si eres actriz, puta o pianista,
-mujer de revista-
viviendo de costado
acostumbrada
a mis coches.
Tienes el problema,
la gran capacidad
de jugar a la vida con mis dados
de hacerme la cama en medio de un espasmo.
Sí, tranquila. Le dije que estás perdida.
Y en vez de cobrarme una fortuna
me invitó a escaparme por el desagüe de la gran ciudad,
tan parecido a la raja de tu camisa.
Tenías color de celos esta mañana.

sábado, 25 de julio de 2015

Hielo ( Carta a nadie)

"Uno de estos días vas a hacerte daño"
Todos esos ojos hambrientos saben que este cuello ha ganado ya muchas batallas, pero ninguno de ellos quiere curarle las heridas.
Cuarenta y cuatro grados.
Ese es el número que nunca quieres mirar de cerca.
Esta es esa ola de calor que supuestamente te está derritiendo las palabras.
Quéjate otra vez.
Venga, puedes hacerlo.
O atrévete.
Y gira todo lo que puedas la cabeza hasta llegar al precipicio, al mareo, como lo hacía esa chica del vídeo con el que has soñado hoy, cuando alguien le quitaba el sombrero y el vestido en la playa
-el romanticismo está agonizante, qué pena de tarjetas de crédito anuladas-
Dónde está la vida que no está en las revistas ni en la web.
Dónde me has puesto los signos de interrogación.
Venga, atrévete.
Cuéntale a la bombilla lo bien que sonríes bajo los focos y lo fuerte que lloras cuando solo puede oírte la funda de las gafas. Cuéntale cómo se mueven las hojas sin que el viento las obligue a hacerlo.
Dile que vuelva a darte fuego, que la ginebra estaba demasiado fría esta última vez.
Atrévete a fallar una vez más.
Ahora ve y dile que quieres que quieres vivir siempre bajo los efectos de las drogas. Que se nos ha olvidado dónde estaban los puestos de socorro. Que la verdad se ha suicidado en el borde afilado de la esquina de tu calle.
Sé valiente y dibuja (esta vez en serio) una línea discontinua que sea una serpiente que nos arranque la vanidad de un bocado. Dile al Sol que nos devuelva el oro que nos ha robado; pídele a la Luna haga llover las cartas de amor falsificadas que enviaron, sin sello, amantes plateados de vida oscura.
Desnúdate y corta con tu risa las bridas que ahogan y aburren a las hormonas
a las olas
a las yemas de los dedos,
confiésale al tarro de los secretos
que fuiste tú quien rompió su tapa.
Saca del sótano el arcón de las manzanas mordidas, y apriétalas, apúralas, envenénate, púdrete por dentro y hazte de ese algodón del que son las nubes de tus fotografías.
Parte tu cara en mil pedazos y haz un collage encima de la bandera de la auténtica pasión.
O despierta. Lo que prefieras.
Y cuídate ese cuello. Le quedan muchas batallas por ganar.

sábado, 11 de julio de 2015

Parte a parte

Una cuerda oscura y tus dedos
me ataron al árbol de la esquina:
te hiciste oftalmólogo
solo para graduarme la vista
a medida,
para mantener mi cabeza
girada hacia las estrellas que (me) compraste pidiendo un crédito.
Eso me contabas.
Gilipolleces.
El absurdo apartamento
de las cosas inevitables
con las que se puede hacer un verso:
como el ángulo de tu entrepierna
cuando jugamos a ser animales
aparcados bajo una señal
que prohíbe la parada
-no pares
de estar tan ciega-;
como tu expresión de rabia
cuando hablo de las maravillas
de la pintura moderna:
mezcla explosiva
de colores de carmín,
arcoiris batidos
en el cielo de la boca
como paleta;
como una cáscara de nuez
que muere con un solo
golpe
de
razón:
cerebros nuevamente
al descubierto.
Así, tan de libro de poesía
así te largas,
diciendo en silencio
que volverás a pegarme un tirón
para robarme la noche.


martes, 7 de julio de 2015

Derecho

Cuando crezcas,
cuando sepas dominar la fuerza de la gravedad,
todos comprarán ese nuevo día
empaquetado
que has inventado a escondidas
para los habitantes
de otro planeta.
Algunos
quemarán su piel
con un Sol
que jamás se
enamoró
de sus miedos;
otros
llorarán
al comprender
que nunca trabajaste
en el taller donde ellos rezaron
por tu locura
por tu desvío
por tu juventud.
Nadie querrá entonces beber tu sangre
de personaje de ficción.

domingo, 28 de junio de 2015

Labios

Lo más importante no es hacer el amor
sino dejar que el amor te haga a ti

Hace un tiempo ya
que tiré aquellos trapos,
las caricias caducadas,
los hilos de las marionetas
por la ventana:
limpieza de verano
fidelidad
la maravillosa timidez del caos interno
-llámalo como quieras-
Suena ahora a todas horas
la música de lo hueco en mi salón,
que me pide a gritos una pista de baile
con un suelo que refleje al bailar
lo prohibido.
Así que ven, te invito
a que nos atrape la red de las carreteras
en un intento de romper la distancia
en cristales diminutos
invisibles;
te invito a viajar conmigo
en este autobús con cara de hastío
donde los números resbalan con el calor
y caen, secos, delgados, oscuros,
sobre la azotea de la oficina central;
donde las cifras quieren ser streapers,
donde el hielo se enamora
y llora líquido con un escalofrío.
Te invito a decirles a las paredes
que las pintadas no están tan mudas:
que sí, que solo estamos soñando,
pero estamos viviendo.
Viviendo en el rincón que esa melodía de la radio
nos tiene reservado,
haciendo el amor
con nuestras propias manos,
dándole esa forma entrañable
que tiene lo que aún no tiene
ni nombre, ni forma.
Te lo digo, ven, quiero hacerlo
contigo:
donar nuestra sangre alterada,
regalar nuestro miedo a los que creen
que jamás dudarían.
Pintarte los árboles de la avenida,
el agua,
la cara.
Besarte en la primera línea
de cada mapa del metro
de cada hoja de libreta
de cada gota de agua
que atraviesa la luz
y  nos regala otras seis vidas
igual de putas

Ven, te invito.

jueves, 25 de junio de 2015

Elixir

Un mal día
encontrarás junto al alféizar
de la ventana donde un espectro
fuma
y llora tu falsa ausencia
un recibo, un paraguas barato
y una nota de despido:
la juventud te habrá dejado
por
otro
para que sigas recortando la lluvia
de los periódicos que lees cuando desayunas;
para que, con tu nómina,
juegues al parchís sin diferenciar colores;
para que comprendas que,
al fin,
podrás nadar en la pecera
sin que ella
tenga que sufrir tu ahogo.

martes, 23 de junio de 2015

domingo, 21 de junio de 2015

Canción de amor para un panel provisional

Poco ayuda un arcén a olvidar una espalda;
la radio tiene insomnio.
Una roca llora sobre sí misma,
las luces engordan con comida para animales.
Controlando un motor
se droga nuestra autoestima,
que custodia
un movimiento nuevo
haciendo la forma de un nuevo amor
en círculo
otra rotonda
una glorieta.
La batería aclara el espacio entre los postes:
ritmo, compás, estaca, deslumbra-
-miento.
Qué supiera quién le conduce
por el mal camino de los que crecen
se reproducen
mueren;
quién naciera en cada kilómetro,
para qué otra mirada al frente
si hemos dejado atrás las mejores copas,
las baladas más nuestras,
las visitas más sutiles
a la parte de atrás del baño,
los días más calurosos.
Poco daña la tormenta
a quien tiene un rayo clavado en el pecho.
El rock ligero rompe en calma la ternura,
tiene una nube oscura cara de mujer.
Chocando con charcos de nostalgia
el amanecer me saca la tarjeta amarilla;
le pregunto entonces al asfalto
cuándo va a dejar de fingir,
cuándo va a matarnos de un golpe de vista,
cuándo va a meternos de un golpe
el calor en el cuerpo.
En el suelo
bajo un manto rojo de fama
efímera
le pregunto a la cuneta
si hará algún día
hermanas
a nuestras espaldas
o si hará de sus curvas
nuevos depósitos
que cargarán con los residuos
del alcohol,
y le pido al cielo
que abra sus agencias de viajes
para poder tatuar en espaldas curvas
que nunca les faltarán los labios
que siempre encontrarán la luz;
sabores de otro mundo
bosque de efectos
chocolate de cereza
derretido.




sábado, 20 de junio de 2015

Imperativo

Tantas capas tiene
la caperuza
que llegará una consecutiva
capaz de arrancarlas todas
de una mirada.

martes, 16 de junio de 2015

Poetamorfosis ("Todo lo conviertes en Literatura") 7

ROMBOIDE

Nadie sabe qué hora es ni tampoco si alguien más está soñando a esta hora.
El cuerpo del poeta sale de entre unas cortinas que cierran un episodio de sexo entre diamantes.
Una ducha de agua fría no le matará tantos recuerdos como una botella de licor de cereza que el calendario le rompe, sin previo aviso, en la cabeza. Montado en el folleto de una agencia de viajes, busca con ansia un paño rojo para limpiar la sangre seca de todos los personajes de ficción que le mataron, hace años, en su propia casa.
Ningún lugar donde haya más gente va a ser seguro para él a partir de este momento. Los nudos aprietan el estómago porque hay otros cuerpos que ocupan el espacio de los sueños muertos. El mercurio amenaza a las pieles vivas de algunos transeúntes.
El poeta recuerda las noches en que había bailado con la ropa mojada. Y ahora se desnuda. Se hace una túnica de luciérnagas, sube al piso de arriba rozando el suelo. Allí le esperan las medusas, allí no oye más que sus latidos.
La
ti
dos
inventados,
Y más reales que nunca.

lunes, 15 de junio de 2015

Literatura

La soledad
siempre me visita
al final
del orgasmo;
me regala
otro nuevo
cubierto
de letras.

La tristeza
nunca viene
al principio
de un beso;
envenena
después
la tinta que me nutre,
la sangre de mis poemas.
Soledad y tristeza
se matan
con la fuerza de un nuevo amor,
con más fuerza de vida,
con un llanto
más fuerte:
Literatura,
Salvación.

Parto

rojo                  poniente
         el Sol
con                   la mano
         oscura
         de versos
         de musgo
         de infierno
ojos                  negros
         chillan
luces                verdes
         se derriten
         suavidad
             que
          se escapa
nace                 el dolor
         el cansancio
dura                 un segundo
         el espejismo
ahora               siempre
         un triángulo

miércoles, 10 de junio de 2015

Ocaso

Hasta el punto
en que no sepamos
si el Sol
sale
o se pone
tan caliente
como nosotros

viernes, 5 de junio de 2015

Quinta

La soledad
solo la dibujan,
nunca la colorean.
Parece una fiera
en blanco y negro
vestida de luto
en las horas de sol.
La soledad
es el nombre
de todas las letras
que me has cambiado de orden,
de la marca de ginebra
que fue mi dama de consuelo.
La soledad
no es más
ni es menos
que una modulación
instantánea
del tono de este concierto
al aire
libre.



jueves, 4 de junio de 2015

miércoles, 3 de junio de 2015

Arco y ris

brillo        color        ron
ardor        color       gratis
cristales    color      amor
cascada     color     menta
mirada      color      deseo
teléfono    color   domingo
domingo   color    mentira

lunes, 1 de junio de 2015

Clausura

Mis venas
celebran
que soy débil:
se oyen tiros,
explotan
los minutos precalentados.
Mis pulmones
corren tras la tarde.
La última hora
se les presenta translúcida
-calma-
Junto a mi estómago,
naciendo bajo la angustia,
un árbol regado
por lágrimas
que seco
que escondo
que trago
dice que volverá
la primavera.

sábado, 30 de mayo de 2015

Ele

Nunca quise decírselo. Siempre temí que aquella pregunta fuera para ella el primer indicio de infidelidad, de desamor, de abandono. Y no lo era, no. Claro que no. Una puede abandonar un capítulo, un capricho, una canción. Una puede olvidar un beso que le ha partido la mano en dos, matar un tallo, quemar una mirada. Pero arrancarse la mitad del corazón sonaba demasiado doloroso.
Sin embargo, aquel día lo hice. Le pregunté.
Tiempo simple. Sincretismo.
Futuro perfecto, condicional compuesto.
Compuesto por su mirada irritante y encantadora.
-No irás a hablarme de irregularidades,¿verdad...?
Rompí.
-¿Por qué "amar" es regular? Todo amor sufre el más duro cambio, todo en el amor es el giro más brusco del peor sistema, todo en el amor es cualquier cosa menos línea recta.
-Sabes que no podemos ser como ellos. Que me llevas escondida. Sé que sabes que siento.
Sabes que sé que te amo a ti con la mejor de mis regularidades.
-Mientes.
-"Mentir" es irregular.
-¿Acaso aciertan cuando dicen que no eres humana, que naciste antes que todos nosotros, que ya nos conoces...? Nos conoces a todos. ¡Vive entonces con nosotros! Ama entonces conmigo.
Respiré. Forma irregular de verbo regular.
Y entonces, sin más, me dijo la Gramática:
-No hay verbo más irregular que el que a todos más nos duele.
-"Amar" debería serlo.
-"Ser"
-¿¡Acaso no se es sino amando!?
-"Ser"
-¿Qué he de hacer?
-"Ser"

Mond

Nada saben de luz
las piedras cortadas por acosadores,
el puente recto que persiguió una cifra,
las farolas que lloran naranja pomelo.
Solo Ella, cansada
de admitir
en silencio
que no es muda,
que si está sola
es porque tiene en su cuello
un collar de polvo de galaxias
-energía oscura-,
solo Ella
puede no apagarse.
El Tiempo la dejó
embarazada;
en aquella canción, pariendo
secuestró a todos los niños
que cantaban.
Ahora, esta noche,
a dos niños que la contemplaban
se les oye, con voz
de futura inocencia deseada:
"la Luna nos está persiguiendo"

Margen

Las horas en que nadie existe
las escoge mi lado gris
para cambiar mi cara:
me arrastra el papel hacia el paseo
con la correa inventada de la soledad:
vamos juntos afuera.
Los ojos negros
que viven tras las ventanas
de esas cocinas
donde chilla el aceite marrón,
gritan en hojalata
sueltan la basura
como una venganza.
El misterio sucio de sus noches
querría atarme a sus camas,
amarrarme a los labios
más afilados de la tribu.
Me atraviesan entonces con la mirada,
me alzan la mano, me enfrentan a un cuchillo.
Como si no pudieran
con su sueño oscuro
adivinar
que si estoy sola
es porque también lo soy:
de ojos negros,
marginal.

Tormes

    "Y cuando el Sol al acostarse encienda
      el oro secular que te recama,
      con tu lenguaje, de lo eterno heraldo,
      di tú que he sido"

                                    Miguel de Unamuno


No sé, Tormes,
si me preguntas
si me afirmas
si me niegas.
Tan inquieto esta noche
no podrás verme:
seré invisible, aquí,
entre estas hojas secas.
Para un segundo.
Espérame, no huyas.
Vine por él,
vine por ese recuerdo
que tus aguas no borraron.
En su regazo, abajo,
en el tuyo, si quisieras,
susúrrame, por favor,
qué debo yo susurrar
a quienes me hablan:
dime
quién he sido,
quién seré,
quién soy.

Distorsión

El globo no llega al techo
y le sopla ella, sin ánimos,
para que dé media vuelta.

jueves, 28 de mayo de 2015

Esquina

Si alguna vez, dormida,
vuelves la cara hacia mi rincón favorito
de tu triángulo de ideas,
se abrirán tus ojos, ilusos
de soñar que sueñan
con mi geometría abstracta.

Gélido

Siempre me sabe todo
a prisa.
Aprisa
vístete, desnúdate,
muere, resucita;
vive
aprisa.
Pero el río, el humo
el viento
me dicen con ternura
que aunque ellos corren,
avanzan, cantan, vomitan,
se ahogan,
saben hacerlo
al ritmo del Sol.

Simple

Y ahí siguen.
Ahí, aquí. 
Aquí dentro.
Los paradigmas verbales, las fuerzas del público, las murallas de las ciudades, las flores de un jardín con una hierba que jamás volveré a fumar. Los contrastes. Las veces en que me perseguía el calor subiendo la calle, las habitaciones prohibidas del cerebro donde guardamos, bajo llave, las fantasías cosidas con hilo las noches claras, los piropos que no echamos a unos ojos que se merecían una antología, de esas que luego tienen un título del que todos pretendemos huir.
Los misterios. Las veces que conseguimos pisar más fuerte que el insomnio, las raíces cultas, las palabras patrimoniales, los arcos perfectamente construidos de la catedral que tenía esa vidriera que nos guiñó un ojo aquel verano. Las batallas que perdimos, las letras de los periódicos que difuminamos con nuestra indignación e impotencia, las motas de polvo a las que salvamos la vida abriendo la ventana de madrugada.
Y aquí seguimos, nosotros.
Encerrados con el tiempo en esta balsa mal cortada con paredes transparentes.
El tiempo nos empuja, como un mal compañero. 
Siempre confiamos en él para que nos sacara de esta cárcel.
Siempre le confiamos nuestros mejores secretos al oído.
Y al final nos ha cogido cariño. Nos quiere regalar un poco de eternidad.
Y es entonces cuando vivimos. A costa de su empatía, abrimos los ojos, vemos que hay tantas montañas a las que aún no hemos subido, tantos labios perdidos, tantos caminos,tantas bibliotecas, tantos relojes, tantas máquinas que se tragan nuestros recuerdos.
Nos lleva después el tiempo de copas, y nos emborracha con la idea de progreso. Bajo el efecto de las drogas afirmamos tener la nueva y definitiva solución para romper las rejas de esta jaula; bajo el cielo de la noche nos deja el tiempo besarle el cuerpo etéreo y vaporoso.
Pero después, llega el día. Y seguimos.
Seguimos recordando que teníamos caricias guardadas en armarios a los que han dado fuego, seguimos llorando en medio de una hoguera que no nos hace cenizas, que nació de un reflejo que nos regaló la vida y nos quemó los ojos.
Entonces gritamos, como a contracorriente, e intentamos salvar nuestras costumbres, aquellos orgasmos, el olor a naranja de unas manos invisibles que se colaron en nuestros bolsillos.
Pero para ese momento ya estamos todos solos.
Y, al final, eso es la vida:
una sola y única flecha envenenada
que nos apunta con una pasión continua intermitente.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Plenitud

Colgada de una vela
hace sombras bipolares
en la sala,
se balancea su pecho
su cabello;
sus dudas
las esparce
y nadie las atrapa.
Nadie consigue atraparla a ella:
la Suerte
de nuestra vida.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Lumen

Bajo mi balcón
aún en frío, cerrado,
abres tu cabeza
y coloreas
con tu
encanto
escondido
las alas de los insectos
que vendrán después
a privarme
del sueño.

Elipsis

Morfo cero de tiempo
y modo
en que me pierden
tus labios.
Amor sin paréntesis
pasión conmutada
ternura elevada al cubo.
Vector torcido por donde
sin temor resbalas.
Química lenta y nerviosas partículas
que se rozan,
prolepsis retardada de una tarde
de junio;
en un accidente de tráfico
por el camino de la perfección y el polen
se chocan las sangres gemelas
con el cristal
de la amargura.

Esfera

      Tem

git             pus

        fu

     (tópico)


        Car

em             pe

         di

 (ensalada de
    fonemas)

         Esta
                noche
                          dime
                                   que

         soy

un tallo quebrado
cuyo crujir deseas palpar,

       la
       savia
       que
a  l  i  m  e  n  t  a
  tusimpulsos
    tus leyes

tu boca                     y

          tal vez

Esta tarde dime
que adoras mi mala letra
que ardes
que enloqueces

Que vives.

lunes, 11 de mayo de 2015

Zwang

Hacer estallar tus dientes
en un intento de transformarlos
en polvo de estrellas;
dejar que las marañas de tu ventana
me acuchillen, despierta.
Entregarme desnuda
al confuso despertador
de la música romántica.
Formas jodidas
que tiene el eterno retorno
de decirnos que no existimos
más que para sentir.

jueves, 7 de mayo de 2015

Liquor

Hágala pasar.

Contemple su estantería de trofeos.
Limpie con cuidado sus ojos
si es que destilan zumo de pomelo negro
recordando galerías y suertes hace años premiadas.

Arroje el paño al suelo.Tómela de la mano.
Cierren la puerta.
Una vez encerrados en su propio matadero,
véanse reflejados en el oro falso de una copa,
sáquenle brillo a la estatua de mármol,
coloreen la sonrisa de la muñeca de porcelana
bien vestida, de edición limitada.

Hágala horizontal en la cama.
Rócela con la frente
para que hagan contacto las neuronas,
para que mueva la magia sus fichas,
para que los recuerdos tengan ya construido el puente.

Ahora abran el piano
que espera, corazón abierto
en la esquina de la habitación.
Escuche cantar a sus venas,
que turbulentas trinan tranquilas el mismo tango
que la llevó a sus brazos aquella madrugada.

Siéntala de nuevo entre sus dedos.
Siéntela otra vez en en su regazo.
No le haga más amor que el que puede gastar,
no sea que se acabe, en un respiro
el depósito nunca recargado de mariposas.

Maten de un tiro todos los trofeos,
quítenles la vida y la cobertura dorada uno a uno.
Vayan entonces a sufrir junto al piano.
Digan "orgasmo" en voz alta
y sean consecuentes con lo que pronuncian;
hagan feliz al piano
y griten, sin ropa, que la poesía es el único premio
que jamás les han concedido,
y la música, el único amor
que no consumió jamás de los restos.

martes, 5 de mayo de 2015

Verba

Silencio sepulcral.
Recordé que habías marchado
envuelto en llamas  el toldo amarillo
por el tejado, una tarde de verano.

Cogí las riendas, hice rodajas
un limón,
pinté de traición las rejas de mi cuerpo,
de un color,
de uno de esos días translúcidos.

Pensé. Dejé la tinta ir por la ventana.
Un futuro imperfecto corría la cortina,
una lista imperfecta saltaba a mi vista.

Me olvidé. A mí misma.
Me olvidé después de ti.
El pretérito anterior
me sabía a pregunta.

Pero entonces
me pregunté. A mí misma.
Pregunte:¿Yo? Y nadie contestaba.
Nadie era el "yo" que yo nunca había sido.
Me había caído un papel del cielo,
me había tocado ser la protagonista.
Era un día de suerte.
Era un ataque de lluvia vital eterna.

Corrí por ella.
Un futuro perfecto
no me asaltaba
con su duda continua
de incertidumbre.
No lo hacía.
Solo me esperaba,
transparente.

lunes, 4 de mayo de 2015

Vanidad

Los amantes
en el suelo negro pulido
dibujando con sal
una puesta de sol en negativo.

viernes, 1 de mayo de 2015

I latina

Protegidos por una escolta
de finas hebras negras de noche,
han salido a mi encuentro, como en círculo,
esos ojos ilusos color de tierra.

Sobre algunos libros de idiomas y álgebra
ya había llorado yo antes
la intermitencia
de unas galaxias paralelas.

Hojas de cuadernos y muecas de amigos
detenían mi impulso;
me frenaban y avivaban
la llama
a la vez.

"Ni aunque montañas de libros
ayuden a mi melancolía
a atraparme entre mis propias páginas",
me dije, sonriendo.

Con esa sonrisa que había memorizado
mi locura;
con esa vida interna renovada
que había aprendido y ensayado ya
hacía mucho tiempo.

miércoles, 29 de abril de 2015

A

Fausto
Llueve
Orfeo
Revitaliza

Muerde
Atmósfera
Ligera
Violeta
Aliviada

Antiguo

Suavidad nerviosa
al caer suelo abajo
la madera del pupitre agobiado.

Un verso líquido
hincha los bordes,
se escurre por el Japón moderno,
ahoga las motas de polvo
que lograron escaparse;
absorbe el agua que rodea
la áspera tranquilidad de la arena,
que descubre las tinieblas,
que saborea las olas
y la tormenta.

miércoles, 22 de abril de 2015

μ

Del rincón al centro de la tierra,
de una amenaza a tus brazos en alto,
el clímax asalta al horizonte en un salto;
hacen la paz embrujados por la guerra.

Fruto de un capricho premeditado,
sonríen a las olas ocupadas con sus rizos perfectos,
la mejor de las sensaciones ocupa el sol entero desde la balsa tumbada:
-pero siempre-
-aunque nunca-
-jamás fatal-
Efímero leitmotiv que hasta el último segundo acecha.


domingo, 19 de abril de 2015

Poetamorfosis ("Todo lo conviertes en Literatura") 5

                                                                      CELESTE

      La consulta del odontólogo al que el chico de la camisa verde deja su dinero a cambio de un arma infalible de seducción se encuentra en una calle muy estrecha del centro de la ciudad.
   En las salas de espera las gargantas se secan, los bolígrafos tiritan, las revistas se marchitan y los jóvenes miran al techo. Escribe el chico de la camisa verde un soneto precipitado, llenando su cuaderno del pesimismo que quiere expulsar de su cerebro.
   Ruido atronador de voces vecinas rasgadas.
   Una ambulancia aúlla en busca de un paso que le ceden los asustados. En la esquina, alguien había sido atropellado. Cautivado y horrorizado, con el pecho abierto, dibuja el chico en el último verso de su soneto un rayo que rompa la tensión física del accidente.
   Aparece la luz celestial más dura, como llamada de emergencia, y da vida a los autos a ambos lados de la calle estacionados, que vierten su electricidad sobre la víctima de uno de su propia especie, en un acto humano.

   La Poesía remueve la realidad y cocina una mezcla homogénea de pedazos de tormenta. El chico de la camisa verde aprieta contra su pecho una muestra clara de su descubrimiento, de su talento, de los futuros elegidos que tiene entre las venas de sus dedos.

Poetamorfosis ("Todo lo conviertes en Literatura") 4

                                                              CÓMODA

   Anna Karénina brillaba, ardiente por dentro, en la estantería de madera que habían comprado unos meses antes de la boda en uno de esos almacenes de muebles en los que parecen ser puestas a la venta parejas felices, en lugar de lámparas o sillas tapizadas. Brillaba otra vez. Lucía su imagen la obra, en pie, soportando un peso digno de una de las mejores obras de la Literatura Universal.
   Aquella madre de familia envidiaba la actitud soberbia del libro. Ella no habría podido evitar derrumbarse si la hubieran despojado tan de golpe de sus paredes sentimentales.
   Desde el día en que robaron en la casa, todos habían dejado de contaminar el ambiente con gritos y quejas. Ella lloraba ante una cantidad de dinero ahora desaparecida; él, escondido en el periódico, lamentaba más la pérdida de su nuevo ordenador portátil que las horas perdidas con su familia por culpa de su trabajo en la oficina. Una pareja estancada en el negocio oscuro no ve ya la claridad ni en las mañanas de domingo, a no ser que una tormenta apague las luces artificiales de un golpe seco, dejando sin respiración a todos los problemas.
  En el gris oscuro de la noche, brillaba en silencio Anna Karénina. Si el ladrón se había llevado los demás libros, seguramente no había sido por amor a la Literatura; de lo contrario, esta obra de Tolstói no posaría ahora en la estantería. Ante tal muestra de valentía, en un arrebato de pasión volvía aquella mujer como un tornado al sueño predilecto de su infancia. Empapelando su hogar con hojas en blanco, no quería dormir esa noche, soñando con poemas que escribir para devolver algo de optimismo a los suyos.
   Las naranjas saben de poesía. También los telefonillos, las fresas con nata, los espejos empañados y los pañuelos de seda. Y a ellos no les hace falta un lápiz. La pequeña de la casa había inundado algunas de aquellas hojas inmaculadas con zumo de naranja que había derramado riéndose en voz muy alta. Las mariposas estomacales del adolescente que vivía bajo aquel techo también habían querido componer un collage con sus alas en aquellas hojas. El café y el té que compartían aquella mujer y su marido sobre el mantel los sábados por la tarde se habían mezclado en el estanque del jardín para hacer más sólidos los sonetos que ella había dejado sin acabar.

   El color vivo en un hogar contaminado por la naturaleza translúcida. La felicidad respira y aletea en nuestras manos como un pájaro apretado entre las rejas de nuestros dedos.

Poetamorfosis ("Todo lo conviertes en Literatura") 3

                                                                      MINERALIA
                                        
   La memoria nos juega malas pasadas. Nos pasamos años intentando borrar la cara de alguien de todo lo que enfocan nuestras pupilas, de todas las almohadas, de todas las mesas de trabajo. Aun así, nos pesa en la sangre el recuerdo persistente de una realidad efímera y acabada. A su vez, la memoria es la aliada infalible de la Genética. Ella es el fondo para un papel biológicamente pautado.
   En la puerta del supermercado de la plaza del Norte, una hermosa figura treintañera revisa una hoja de papel donde tiene anotadas aquellas cosas que no debería olvidar hacer o comprar. A su derecha, un hombre con aires de la vieja Córdoba y vestido con colores llamativos insiste, en vano, en que su nieto deje el llanto para otro momento.
   El poeta que desde el suelo oye con desánimo los rayos del Sol y sostiene, adormilado,  un bebé entre sus brazos, parece no tener nada más que a sí mismo y a su hijo. Presidida  por tres libros rotos, la escena continúa con dos cartones húmedos, una manta agujereada y unas libretas que flanquean un cartel: “Una ayuda a los que no tenemos más que la vida quemándonos el estómago”.
   Llora la criatura agua limpia y cargada de poesía heredada. Los transeúntes aguantan su mirada apenada sobre el cuello erguido. Las lágrimas besan el suelo, infértil, que al instante reconoce el tacto del Arte que fluye hacia él. Nace del asfalto diamante en bruto en un intento de deslumbrar miradas atentas al teléfono móvil, en un conato de romper almas blindadas.

   Si es él el más fuerte de entre todos, arde en mí ahora el deseo de que sepa el diamante atravesar la carne humana por el medio del pecho sin rajar la piel, para que allí dentro pueda encontrar una morada cálida donde recuperar su valor verdadero.

Poetamorfosis ("Todo lo conviertes en Literatura") 1

                                                              EROS Y PSIQUE

<<“Loco”. Procedente de la voz *LAUCU o posiblemente de *LOQUI  en Latín. Quizás del Árabe: “alwaq” (plural: “layqa”). ORIGEN INCIERTO >>.  Ni siquiera la Etimología tiene el valor de descubrir  cuándo y desde dónde han venido algunas realidades para  quedarse por siempre con nosotros, adueñándose de mentes y corazones.             

   “¡Estáis todos muertos!”- gritó.
    El portazo había sonado demasiado fuerte. Tan fuerte como para que todos pudieran pensar en el acto que la sección de psiquiatría del hospital donde trabajaban se había quedado sin jefe. Había mucha sangre por el suelo. La sangre derramada es peligrosa debido a los infartos  que sufre el subconsciente al visualizarla. Pero esta vez no se trataba de un asesinato ni de un accidente de tráfico. Se había tropezado, pues, el chico pelirrojo encargado de los análisis de sangre de relativa urgencia en el laboratorio número tres. Seguía rondando por su cabeza el último verso de Cernuda que había leído a escondidas mientras esperaba a un paciente que se retrasaba.  Despistado y exiliado también en su propio lugar de trabajo, había dejado caer al suelo quince recipientes que contenían amapola líquida. La imagen parecía recién sacada de un cómic: baldosas rojas, cabezas agachadas, voces desde la sala de espera, gritos de asombro e indignación de las enfermeras. El hastío del  jefe de la sección de Psiquiatría, quien acababa de hundir algunas de sus penas en un café, había llegado a su cima con estas últimas gotas de sangre. Se había marchado.
   Nunca había sido un hospital decente, o eso decían los inspectores. “¡Demasiada sonrisa ante la desgracia!”, solían comentar. “¡Sanidad pública!”, gritaban las fachadas con colores metálicos. Una pintada en un muro simboliza la fuerza de todas las manos que se sienten identificadas con lo que expresa. Una pintada en la fachada de un hospital debería preocupar a los médicos. La enfermedad social es la más contagiosa de las patologías. El virus del inconformismo se transmite de boca en boca, de beso en beso, de cama en cama. La maravillosa reproducción de los poemas y las voces políticas tiene su nido en la calle.
   Pero, aquella semana, todos habían estado especialmente  expuestos  al desequilibrio. El enigma de la habitación seiscientos sesenta y seis, correspondiente al área de Psiquiatría, había sido resuelto. Alguien había leído aquella libreta privada, en la que el jefe de la sección solía anotar ideas para futuros poemas, algunas logradísimas frases de amor improvisadas en horas de trabajo y teorías psicológicas sobre cómo hacer que el paciente de la seiscientos sesenta y seis recuperase algo de conciencia.
   Era esto lo que más intrigaba a los médicos más jóvenes. Nadie sabía quién era aquel paciente, ni tampoco qué le ocurría para estar allí ingresado. O, más bien, encerrado y atado a la cama con las cadenas de la droga terapéutica. Sólo el superior dentro del área tenía permiso para entrar a verle y poder tratarle. Debía ser un caso muy peligroso o demasiado complicado. Eso pensaban.
   En aquella libreta que alguien había logrado robar, todo estaba escrito. Tuvieron que toparse  veinticuatro veces con la palabra “revolución”  antes de penetrar en el corazón del cuaderno. Y eso era lo que mejor definía al paciente misterioso: la revolución la llevaba siempre puesta. Era poeta. Es, de hecho y aun muerto, poeta. “La poesía no se crea ni se destruye, solo se transforma”. Eso dijo al entrar en el hospital.  Por eso lo ingresaron.  Obsesionado con poner fin a un soneto inacabado, ardía en la necesidad de ver la muerte en sus manos y ante sus propios ojos,  por amor a un terceto perfectamente compuesto. Había matado a un amigo. Al único que le quedaba.
   Asombrados, atónitos, asustados, aliviados -en parte- ante la muerte de este poeta sumergido en la locura más profunda, uno de estos jóvenes y románticos médicos quiso leer aquella libreta desde principio a fin.
   Según lo que allí había escrito, todo se movía muy rápido para el jefe de la sección de Psiquiatría. Encontraron plasmado  en primera persona que se perdía su mente entre informes cuando se sentía ahogado en el café de las ocho de la mañana. Si oía “metástasis”, sufrían entonces de metátesis las palabras de amor que tenía en la cabeza. Si leía “cabeza”, recordaba entonces, una vez más, al paciente de la habitación sesenta y seis de la planta sexta, y se metía en la nube donde pensar que había encontrado a un compañero de camino era algo posible y propio de un hombre cuerdo. Y es que este jefe también era poeta. Hacía su cuerpo equilibrios entre la música clásica y el Rock y su whiskey “on the rocks” sobre su mesa de clásico diseño. Nunca se había permitido dejarse llevar del todo por el dulce sueño de la Lírica, pero hacía un tiempo que pensaba ya más en paragoges que en paraplejias, en sinestesias que en anestesias, en libros de poesía que en tomos de Psicología Clínica. Algunos de sus compañeros tenían para él esta envoltura agradable y suave de los artistas, pero él ahora estaba loco por lograr hacer de la Poesía el arma de cura para  el paciente que había asesinado a su amigo.
   Así, de golpe, ahora este paciente ya no tenía realidad física. Se había llevado toda su poesía al mundo nuevo. Había dejado sin diana al psiquiatra que quería demostrar que la poesía podía ser la flecha más directa y mejor afilada de toda la historia.
   Unos segundos antes de que el  jefe se marchara para siempre, aquel  joven médico pudo leer que el poeta obsesionado y encerrado había convertido  su gotero en un enhiesto ciprés que le serviría de amigo espiritual. Había hecho de sus sábanas un mar con agitado oleaje, y de las listas de su pijama, unas rejas en la ventana que daba a la calle. Les había dado vida.
 “¡Estáis todos vivos!”- gritó.
   No hay mejor manera de decir adiós a una vida de desequilibrios que regalársela  en un verso final a todos aquellos que han intentado sentir en sus venas un poco de esa locura.


viernes, 3 de abril de 2015

Instante

Con cinta roja y cuero
traes la denuncia envuelta;
la tarde ha movido el cabello
para seducir con terremoto
a los automóviles.
Nos gustan las sorpresas.
La bomba que traías
ha explotado en tus manos.

martes, 31 de marzo de 2015

Japón

31 de marzo de 2015

Busca la primavera:
cuida
de la sonrisa
de tus ventanas.

Holgura

Entre las sogas rectas del reloj
se desliza la mente de un recién nacido,
resbala el cuerpo de una veinteañera
y circulan los ojos de un adulto adormilado.

Ni el que supo con química enamorar
a la dama de sus pesadillas
podrá jamás
hacer un nuevo infinito
entre las garras del vicio
que es el tiempo.

sábado, 21 de marzo de 2015

Atmosphère

Aclarada penumbra
de la sala de conferencias físicas.
Mediodía.
Se respira indiferencia
batida con legumbres.
Se cuentan las horas por venir;
las ya pasadas se relatan.
El curioso rugir del corazón
aviva su llama con el fuego de la cocina.

Olvido murmullos
de la mesa en que debato
sobre vestidos ( y desnudos).
Giro pestañas y mechones amarillos
hacia un techo bien pintado;
así, mi cuello, por ti girando
hasta volver a donde dejaste
anoche
mis manos templadas.

Ahora un triángulo
me quiere como vértice superior:
trío para dos voces
y una ventana.
Un segundo en tus ojos, de lejos,
para comprender de nuevo
que este sábado de primavera real
me regala una luz que vive fuera.

El marco de la ventana
es como un símil de sí mismo:
el Caos profundo, el material gastado.
La madera cuadrada
cree marcar horizontes a las nubes.

Juntos en una geometría
que nos hace cúspides
resbalamos hacia el centro de la vida
por los cristales ahora rotos,
por nuestras pupilas desiguales.

A través de las heridas
podemos ver el cuerpo
dulce y tatuado
del día.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Maritim

A tu lado
los amantes desordenados
 de los grandes obreros de la palabra
quedarían en el cénit tumbados, rendidos
ante el Milagro de la Verdad.

Junto a ti
 en todas las pinacotecas
los marcos de madera
rajarían sus líneas con la vanidad
por no poder tenerte entre sus ramas,
por no poder contener la rabia
y el celo de sus obras interiores
al verte cruzar la galería.

Por ti
jurarían ante sus propios mundos
los padres que juzgaron con órdenes
a sus hijos y a sus empleados,
y cambiarían de margen
las órdenes griegas,
luciendo más curvas de seda
en sus cuerpos de revista sin ideología.

Y si tal cristal que son tus manos
es lo translúcido de la realidad misma,
vivan tus manos y vivan tus dedos
que dejan un rastro de antigua, única y pura
auténtica bondad olvidada.

Pastor

Próximo al amanecer naranja:
imagino gris cuerpo en esquina pegado
no concuerdo a la mente ni a la vida propia.
Poeta recostado sobre pared que le acoge,
joven metáfora sin vitaminas ni fuerza real.

Más

9 de marzo de 2015

Un golpe en la punta no te hace nada,
mirar hacia el fondo, un "no" en el suelo;
cada libro, cada hora es un duelo,
abrirse el cuello, dejar paso a un hada.

El techo, la ropa, ella empapada,
lleno de amapola su azul pañuelo;
las dudas que vierte observar no suelo:
delirios, princesas, vidas pasadas...

Olvídame, dime que no querrás
decirle al oído que no eres mía,
que nunca en tus labios habrá un "vendrás".

Cuida tu alma, lee lo que dolía
atada a tu cama llámame loco;
tu reloj comprobará que mentías.

Mujer amanece

Vives tú en un cuadrado bicolor sin oxígeno.
Ahogas al niño que vuela con capa de sangre viva,
no cobras más que la herida seca de las caídas.
Duermes después bajo la roca de la metafísica primera,
te arropas con el barro de las nubes, de buen marrón tierra;
me acaricias la cara en el púlpito de tus mandíbulas:
le enervas, la cambias, les matas, nos asustas.
Me enamoras.
Sabes que puedes hacer de un salto al vacío
el mejor adhesivo para unir de nuevo las venas cortadas;
mientes si niegas haber soñado que eras un sueño
entre mis espaldas.
Tu cómplice por excelencia me corteja;
tienes tiempo, tienes fuerza,
me metes entre las sábanas teñidas de tu lecho.
Sabes que la mejor aguja es la desinfección de los prejuicios,
afirmas que el peor médico es el armario sin libros.
Eres Eterna.
Eternamente tú en mentes tumbadas.
Ni siquiera tú sabes que abarcas el océano
de todos aquellos vasos de agua
donde las lágrimas probaron suerte al suicidio carnal.
¿Cómo íbamos nosotros a dejar a un lado el temblor
ante tus ojos de plata
si son estos ojos ese lago insípido y brillante
donde acabarán nuestras pasiones, rendidas...?

martes, 3 de marzo de 2015

Digitum

1 de febrero de 2014

La hora de la tesitura del Tenor
llegaba en el cromatismo sin prisas:
la zona media, la Edad Media,
la parte noble del teclado.
Si eran muy agudos, los sonidos no tenían manos
para construir solos la obra de sus vidas;
los alfileres no eran más que repeticiones,
frutos dulces, sabrosos, pero débiles y delicados.
Si eran muy graves, molestaban al oído.
Huían con su voz portátil colgada del cayado,
montaban en sus carros de madera desafinada,
tirados por cuerdas de violín de jazz antiguo.
Los armónicos no querían ser parte de la lista.
Creían llevar en su onda sonora
todo aquello a lo que ni siquiera el piano
entero
llegaba en sus momentos de ebriedad.
Los más altos no querían ayudar a los medianos,
preferían disfrutar poco a poco del orgasmo
de sus virtudes;
se escapaban  de esta fuga
-y no sinfonía-
tutelada por directores de empresa
-y no de orquesta-
Continuaba la función...

Pasar

por el aro de tus incongruencias,
por el nítido hilo idílico
del triángulo de tus pendientes,
por la manecilla del reloj
en equilibrio, sin rendimiento.
Posar, pasar el tiempo que pesa:
pisar la página antes de quemarse
el índice.

Nomen

20 de febrero de 2015

Podrías estar delante, en la Vanguardia.
Podrías no ser un bulto elegante,
podría oír tu voz pegada a mi rímel.

Podríamos estar en nuestra posición social
de ave del paraíso,
en la parte de atrás del ático,
en el pupitre compartido que no sabe cómo dibujarse
para combinar con tu camisa.

Pero, así, puedo esconderte en la cortina de mi pelo,
puedo ser relámpago un rato, oscura otro;
obtusa un momento, aguda al entrar,
para que vuelvas a ser dorado
como el trigo que no me deja ver
el desierto.

Ceci n'est pas une histoire d'amour


La mujer invisible se vistió de oscuro.
Así -pensaba ella- podría olvidarse una noche del poco éxito que tenían sus composiciones, y sacar algo más de partido a lo bien que la habían fabricado ( esta era una frase de la última persona con la que había compartido cama). Había muchas manos que, como amigas de la oscuridad que eran, se mataban por conseguir una visita guiada por el laberinto de sus medias de red.
Con lo que ella no contaba era con que sí que tenía una cara visible; nunca le habían hablado de que, aunque al natural tuviera la piel descolorida, la fuerza de su corazón impregnaba todas las habitaciones en que ella no quería quitarse ni la ropa oscura, ni el maquillaje, ni los zapatos de tacón, por miedo a que la hirieran de muerte. Pero había alguien que la había visto totalmente desnuda, y ella no lo sabía.
La mujer invisible vivía una vida que no era la suya. El ritual de la Creación se les antojaba a sus labios brillante y atrevido si la pintura era roja; la mujer de la sonrisa irresistible -hasta su propio cuello sabía que vivía bajo un tejado de lujo- seguía, en el fondo, convencida de que la crema de chocolate, la saliva o la gelatina de limón hacían mucho más luminosos sus labios. Pero no había tiempo para nada dulce.
La mujer de los ojos pequeños empezaba a llevar las pestañas como enfadadas entre sí, el pecho agitado y las uñas largas y, por consiguiente, se llevaba de vuelta algún que otro ojo verde clavado en la clavícula.

La mujer, la mujer.
La mujer, el hombre.
El hombre, la mujer.
El hombre, el hombre... ese hombre.

El hombre sin espejos buscaba en su billetera una mujer dorada. Esa misma mañana se le había escapado una pizca de azúcar por el borde de la taza.Él ya sabía que ese día se la iba a volver a encontrar. Ella ya sabía que él conocía la delicadeza de su piel, y que, seguramente, iría a buscarla para recuperar las caricias que se había dejado pegadas en ella la noche anterior.
El hombre de los dedos ásperos nunca paseaba por el parque. Si lo hacía era porque quería servirse de la calma que no encontraba ya ni en sus propios hombros. Ya se había cansado de no saber si alguien querría escuchar su secreto, y pensaba en, quizás, tomar clases en alguna academia privada, de esas que se llaman "Mujer de película que no sabe que gracias a ella no hacen falta efectos especiales, porque los edificios se desmayan al verla sonreír". El hombre de las muñecas perfectas se reía al pensar que este era un nombre muy largo para una academia, y que tenía que volver a casa para tomar un café antes de que pudiera empezar a soñar que ella aparecía. El parque estaba desierto.
Pero para entonces, el hombre del sombrero ya había visto reflejada su cara bajo la alfombra roja de los labios de la mujer de la cara pálida.
La mujer del suave abrigo largo y el hombre de la chaqueta de piel han intercambiado un significante y un beso, y han cosido juntos un futuro camino de piel humana para recorrerlo con los dedos de terciopelo.
El hombre de los ojos negros ha desteñido su antifaz; la mujer de las esmeraldas ha llorado lima sobre el papel, para escribir juntos un sofá de hojas color verde botella de calma y mar.
El hombre, desnudo entre las olas, y la mujer, en la espuma de su bañera, respiraban las sales, la marea, la brisa, las rimas,
En el quiasmo de sus extremidades no había ya espacio para viento contaminado.
No eran ya hombre y mujer. Se habían convertido en poema.