Los sueños no son vasos de cristal.
Los sueños se caen, se mezclan con tu ropa,
se van de viaje, se pelean con otros sueños , pasan frío con el aire acondicionado.
Los sueños no se vierten como las copas de vino.
Si un niño sueña, ya puede el mundo entero frenar,
ya pueden cerrar todas las cafeterías del aeropuerto de Barajas,
ya pueden guardar los ejecutivos su almuerzo en la cartera.
Porque si la mente de un niño ciega los relojes, si el humo se esparce,
entonces es posible que los viajes que tiene planeados el planeta Tierra
se aplacen, y que los comerciantes dejen pasar el agua de lluvia
por la ventanilla del tren en que viajamos
hacia un día mejor.
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