La soledad
siempre me visita
al final
del orgasmo;
me regala
otro nuevo
cubierto
de letras.
La tristeza
nunca viene
al principio
de un beso;
envenena
después
la tinta que me nutre,
la sangre de mis poemas.
Soledad y tristeza
se matan
con la fuerza de un nuevo amor,
con más fuerza de vida,
con un llanto
más fuerte:
Literatura,
Salvación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario