Un mal día
encontrarás junto al alféizar
de la ventana donde un espectro
fuma
y llora tu falsa ausencia
un recibo, un paraguas barato
y una nota de despido:
la juventud te habrá dejado
por
otro
para que sigas recortando la lluvia
de los periódicos que lees cuando desayunas;
para que, con tu nómina,
juegues al parchís sin diferenciar colores;
para que comprendas que,
al fin,
podrás nadar en la pecera
sin que ella
tenga que sufrir tu ahogo.
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