A tu lado
los amantes desordenados
de los grandes obreros de la palabra
quedarían en el cénit tumbados, rendidos
ante el Milagro de la Verdad.
Junto a ti
en todas las pinacotecas
los marcos de madera
rajarían sus líneas con la vanidad
por no poder tenerte entre sus ramas,
por no poder contener la rabia
y el celo de sus obras interiores
al verte cruzar la galería.
Por ti
jurarían ante sus propios mundos
los padres que juzgaron con órdenes
a sus hijos y a sus empleados,
y cambiarían de margen
las órdenes griegas,
luciendo más curvas de seda
en sus cuerpos de revista sin ideología.
Y si tal cristal que son tus manos
es lo translúcido de la realidad misma,
vivan tus manos y vivan tus dedos
que dejan un rastro de antigua, única y pura
auténtica bondad olvidada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario