Silencio sepulcral.
Recordé que habías marchado
envuelto en llamas el toldo amarillo
por el tejado, una tarde de verano.
Cogí las riendas, hice rodajas
un limón,
pinté de traición las rejas de mi cuerpo,
de un color,
de uno de esos días translúcidos.
Pensé. Dejé la tinta ir por la ventana.
Un futuro imperfecto corría la cortina,
una lista imperfecta saltaba a mi vista.
Me olvidé. A mí misma.
Me olvidé después de ti.
El pretérito anterior
me sabía a pregunta.
Pero entonces
me pregunté. A mí misma.
Pregunte:¿Yo? Y nadie contestaba.
Nadie era el "yo" que yo nunca había sido.
Me había caído un papel del cielo,
me había tocado ser la protagonista.
Era un día de suerte.
Era un ataque de lluvia vital eterna.
Corrí por ella.
Un futuro perfecto
no me asaltaba
con su duda continua
de incertidumbre.
No lo hacía.
Solo me esperaba,
transparente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario